¿POR QUÉ UN HUERTO ECOLÓGICO?

La asociación inconsciente con la tierra es innata. Basta ver a los niños disfrutando en sus juegos con su contacto. Hasta las personas en las grandes urbes necesitan rememorar en unas simples macetas su remoto pasado de manipuladores y diseñadores del terreno. La conexión con la tierra nos une al ciclo de la vida misma, dándonos la posibilidad de sentirnos parte de ella.
Partiendo de que somos recolectores de frutos, pues es lo más lógico a nuestra naturaleza es normal sentir la necesidad de crear nuestro propio jardín, ese espacio que nos llena de vida: el huerto. Sí, con sus arbolitos, sus filas de verduras y hortalizas, con sus flores… copiando a la propia naturaleza.
Algunos olvidamos ese rol que nos une a las estaciones: ahora se planta, después se riega, se cosecha, se hace balance y se descansa para volver a empezar. El huerto fijó nuestra residencia y mantuvo llena la nevera a lo largo del ciclo anual, dándonos seguridad y salud.
¿Quizás hemos confundido metas en pro de una vida sin sol, sin tierra y con aires acondicionados? Será para llegar a valorar lo auténtico y poder despertar.
El huerto tiene procedimientos basados en la experiencia de los antepasados pero también en los avances de las nuevas generaciones. Lo que cuenta es la intención de empezar. Si es un terreno de anterior huerto mejor, porque es más fácil su acondicionamiento.
Si es un nuevo terreno bastará con mover la tierra e incorporar abonos naturales. Los mejores abonos son procedentes de la fermentación de plantas y desperdicios orgánicos (compost), fiemo de animales siendo los mejores de caballo o burro por su fácil asimilación y también el humus de lombriz. Hay abonos ecológicos para el momento de la siembra.

Para saber cuando plantar podemos recurrir al Lunario de Michael Gros , ya que la luna como generadora de vida influye en toda ella. En este lunario nos podemos informar de lo que interesa en cada momento y conocer algunas labores y secretos para los cultivos.
Cada año que pasa acumulamos experiencia y sabiduría. Nos acercamos cada vez más a una vida natural: casa, campo, alimento, salud, felicidad… Por supuesto nuestras acciones serán siempre bajo un prisma de respeto y protección de la vida. Arrancar o matar no es lo mejor, lo cual no quiere decir que nos dejemos avasallar. Los métodos no tienen porque ser muy agresivos. Poco a poco el cambio a ecológico nos hace olvidar los malos hábitos y el ecosistema empieza a equilibrarse. Cualquier resultado es bueno.

Solamente el hecho de vislumbrar de nuevo cada año el renacer de las primeras flores desata en nuestro interior las ganas de volver a plantar y conectar con la naturaleza.
Llenar la cesta de alimentos de propia producción es una sensación impagable. Si hay niños hay que involucrarlos y lo que es trabajo se convierte en juego y a la vez en aprendizaje. Así empezamos desde pequeños a valorar lo natural y a nosotros mismos. Pues somos parte del engranaje de este milagro que es la vida.